Valparaiso 28/07/2021
FRÁGIL
Buscaba en sus ojos una chispa, una mugrecita, que me permitiera ver el
mundo en su totalidad. En lo que aparece en las pupilas brilla un deseo de hablar y de vivir.
La chica, el chico que fotografío está recto como una flecha. Ella o él está esperando. Me ocupo y ella o él me susurran algo en la mirada que va a contar un quiebre. ¿Una caída tal vez? Soy como algo mecánico, determino la distancia, muy corta, estamos en la calle, presiono el obturador. Pero ya no existe esta búsqueda del momento, ya no existe el momento frágil tan querido por la fotografía. El tiempo ya no pasa. Con una mirada relajada, ella o él me cuenta los secretos del puerto.
Mi dedo índice está inquieto. Ya no soy yo quien hace las fotos, son ellos; ahí están, ahí mismo, orgullosos, marineros, montañeses de Valparaíso: “¿Quieres mi cara? ¡Aquí está! Te doy la suma de lo que somos, somos porteños". Es
una reunión cara a cara”.
Les digo: “Mira profundamente al objetivo, no pienses en nada. No eres más que tú mismo, humilde humano”
Pero a menudo no digo nada. Son libres puesto que no ríen, no son sensibles al miedo de su propia imagen. Guerreros. Han atravesado el tiempo, los mares, los siglos, toda la fragilidad del mundo.
Detecto un entusiasmo, una gran generosidad. ¿Será esto la fragilidad? Vivir con tanta fuerza que el final parece más fulminante, más asombroso. Los ojos, esos dos inmensos cráteres de nuestros cuerpos herméticos, ese cosmos cultural, ese infinito inaccesible, lo definen todo sobre la especie humana y nuestro ser más íntimo. Son el camino hacia el universo, el espejo de nuestras frágiles almas, que la fotografía intenta traspasar constantemente chocando con la superficie de los cuerpos.
Frágiles: también lo son los contenedores, el acero desgastado y cansado, los transatlánticos que fondean en el puerto, los camiones que invaden y las olas que se estrellan contra la ciudad, el fuego que acaba cada año con las casas de madera en las alturas, partes de la historia que se desvanecen, el tiempo que sigue pasando, la industria que retumba, los temblores cada tres días, la amenaza de derrumbe. También son consignas rancias que dan testimonio de lo ocurrido, hombres ladrando, manifestaciones en marcha. Es algo sólido que bien podría desvanecerse como una pluma en el viento. La fragilidad es la vida. Los ojos, los cuerpos, el barrio, los edificios, la duna, las montañas, el mar, los continentes, la tierra, el universo y todo lo que sigue detrás. Todo es frágil. Si le das tiempo al viento, te acariciará hasta que no quede nada. Da forma a los árboles y a la piedra, a los imperios, a las vanas ambiciones. Incluso el agua vence la roca.
Incluso el acero se rompe bajo la caricia del agua. Esta es la cuestión del Tiempo.
MJ
Je voulais voir la fragilité du monde dans le regard des gens. C’est au Chili que le rendez-vous eu lieu. Conjonction des étoiles, courant marin ? J’accostais dans le port légendaire au nom mystérieux, Valparaiso. Cette ville du bout de la terre qui s’accroche désespérément aux collines avoisinantes est dédiée aux échanges. Ici, la mer une fonction, un statut, elle accueille les marchandises et sert le commerce international.
La mer est immensément riche de profit et immense est la fragilité dans le regard des porteños, habitants de Valparaiso.
Je cherchais dans le fond des yeux des porteños une étincelle, une poussière, qui me donnerait le monde à voir dans son intégralité. Ce qu’il se dessine dans les pupilles brillent d’un désir de dire et de vivre.
C’est presque pas moi qui fait les photos. La fille, le gars que je photographie, est droit comme un i face à l’objectif. Elle, ou il attend. Je m’affaire et elle ou il me murmure un truc dans le regard qui va me raconter une fêlure. Un chute peut-être ? Je suis comme une mécanique, je détermine la distance -toute proche- je suis dans la rue, j’appuie sur le déclencheur mais il n’y a plus cette quête de l’instant, il n’y a plus l’instant particulier si cher à la photographie, le temps ne passe plus. Les pupilles décontractées, elle ou il me livrent les secrets du port qui accueille le monde. L’index fébrile, ce n’est plus moi qui fait les photos, ce sont eux, ils sont là, bien là, fiers, marins, montagnards de Valparaiso : « Tu veux ma gueule, tiens la voilà, je te donne la somme de ce que nous sommes, des porteños » C’est un face à face je leur dis, vise bien au fond de l’objectif, ne pense à rien, tu n’es que toi-même, humble humain. Mais souvent je ne dis rien. Ils sont libres puisqu’ils ne rigolent pas, peu sensible à la peur de leur propre image. Des guerriers. Ils ont traversé le temps, les mers, les siècles, toute la fragilité du monde.
Je décèle un désir de vivre, un enthousiasme débordant, une grande générosité. C’est peut-être ça la fragilité ? Vivre si fort que la fin s’annonce plus foudroyante, plus sidérante.
Les yeux, ces deux petit trous dans un nos corps hermétiques, qui définissent tant de chose de nous-même, ce cosmos culturel, cet infini inaccessible… ce fut un voyage fantastique pour aller à la conquête de l’univers, dans le grand trou noir de nos âmes fragiles que la photographie tente de percer sans cesse et qui semble s’arrêter à la surface des choses…
Fragiles, c’est aussi les containers, l’acier, les paquebots qui mouillent dans la baie, les camions qui déferlent et les vagues qui s’abattent sur la ville, le feu qui achève chaque année les maisons de bois sur les hauteurs de la ville, des portions d’histoires qui s’effacent, le temps qui passe encore, c’est une industrie qui gronde, des secousses sismiques tous les trois jours, une menace d’effondrement. C’est aussi des slogans usés qui témoignent de ce qui a eu lieu, des révoltes en cours, c’est du solide qui pourrait bien se volatiliser comme une plume au rappel du vent.
La fragilité, c’est la définition même de la vie. C’est les yeux, les corps, le quartier, les buildings, la dune, les montagnes, la mer, les continents, la terre, le cosmos et tout ce qui suit derrière
Tout est fragile, même l’eau en vient à bout de la roche. Si tu donnes du temps au vent, il va te caresser jusqu’à qu’il ne reste plus rien. Il façonne les arbres et la pierre, les empires, les ambitions vaines des humains. Même l’acier rompt sous le ruissèlement de l’eau, c’est la question du temps.
MJ
Valparaiso 28/07/2021
FRÁGIL
Buscaba en sus ojos una chispa, una mugrecita, que me permitiera ver el
mundo en su totalidad. En lo que aparece en las pupilas brilla un deseo de hablar y de vivir.
La chica, el chico que fotografío está recto como una flecha. Ella o él está esperando. Me ocupo y ella o él me susurran algo en la mirada que va a contar un quiebre. ¿Una caída tal vez? Soy como algo mecánico, determino la distancia, muy corta, estamos en la calle, presiono el obturador. Pero ya no existe esta búsqueda del momento, ya no existe el momento frágil tan querido por la fotografía. El tiempo ya no pasa. Con una mirada relajada, ella o él me cuenta los secretos del puerto.
Mi dedo índice está inquieto. Ya no soy yo quien hace las fotos, son ellos; ahí están, ahí mismo, orgullosos, marineros, montañeses de Valparaíso: “¿Quieres mi cara? ¡Aquí está! Te doy la suma de lo que somos, somos porteños". Es
una reunión cara a cara”.
Les digo: “Mira profundamente al objetivo, no pienses en nada. No eres más que tú mismo, humilde humano”
Pero a menudo no digo nada. Son libres puesto que no ríen, no son sensibles al miedo de su propia imagen. Guerreros. Han atravesado el tiempo, los mares, los siglos, toda la fragilidad del mundo.
Detecto un entusiasmo, una gran generosidad. ¿Será esto la fragilidad? Vivir con tanta fuerza que el final parece más fulminante, más asombroso. Los ojos, esos dos inmensos cráteres de nuestros cuerpos herméticos, ese cosmos cultural, ese infinito inaccesible, lo definen todo sobre la especie humana y nuestro ser más íntimo. Son el camino hacia el universo, el espejo de nuestras frágiles almas, que la fotografía intenta traspasar constantemente chocando con la superficie de los cuerpos.
Frágiles: también lo son los contenedores, el acero desgastado y cansado, los transatlánticos que fondean en el puerto, los camiones que invaden y las olas que se estrellan contra la ciudad, el fuego que acaba cada año con las casas de madera en las alturas, partes de la historia que se desvanecen, el tiempo que sigue pasando, la industria que retumba, los temblores cada tres días, la amenaza de derrumbe. También son consignas rancias que dan testimonio de lo ocurrido, hombres ladrando, manifestaciones en marcha. Es algo sólido que bien podría desvanecerse como una pluma en el viento. La fragilidad es la vida. Los ojos, los cuerpos, el barrio, los edificios, la duna, las montañas, el mar, los continentes, la tierra, el universo y todo lo que sigue detrás. Todo es frágil. Si le das tiempo al viento, te acariciará hasta que no quede nada. Da forma a los árboles y a la piedra, a los imperios, a las vanas ambiciones. Incluso el agua vence la roca.
Incluso el acero se rompe bajo la caricia del agua. Esta es la cuestión del Tiempo.
MJ
Je voulais voir la fragilité du monde dans le regard des gens. C’est au Chili que le rendez-vous eu lieu. Conjonction des étoiles, courant marin ? J’accostais dans le port légendaire au nom mystérieux, Valparaiso. Cette ville du bout de la terre qui s’accroche désespérément aux collines avoisinantes est dédiée aux échanges. Ici, la mer une fonction, un statut, elle accueille les marchandises et sert le commerce international.
La mer est immensément riche de profit et immense est la fragilité dans le regard des porteños, habitants de Valparaiso.
Je cherchais dans le fond des yeux des porteños une étincelle, une poussière, qui me donnerait le monde à voir dans son intégralité. Ce qu’il se dessine dans les pupilles brillent d’un désir de dire et de vivre.
C’est presque pas moi qui fait les photos. La fille, le gars que je photographie, est droit comme un i face à l’objectif. Elle, ou il attend. Je m’affaire et elle ou il me murmure un truc dans le regard qui va me raconter une fêlure. Un chute peut-être ? Je suis comme une mécanique, je détermine la distance -toute proche- je suis dans la rue, j’appuie sur le déclencheur mais il n’y a plus cette quête de l’instant, il n’y a plus l’instant particulier si cher à la photographie, le temps ne passe plus. Les pupilles décontractées, elle ou il me livrent les secrets du port qui accueille le monde. L’index fébrile, ce n’est plus moi qui fait les photos, ce sont eux, ils sont là, bien là, fiers, marins, montagnards de Valparaiso : « Tu veux ma gueule, tiens la voilà, je te donne la somme de ce que nous sommes, des porteños » C’est un face à face je leur dis, vise bien au fond de l’objectif, ne pense à rien, tu n’es que toi-même, humble humain. Mais souvent je ne dis rien. Ils sont libres puisqu’ils ne rigolent pas, peu sensible à la peur de leur propre image. Des guerriers. Ils ont traversé le temps, les mers, les siècles, toute la fragilité du monde.
Je décèle un désir de vivre, un enthousiasme débordant, une grande générosité. C’est peut-être ça la fragilité ? Vivre si fort que la fin s’annonce plus foudroyante, plus sidérante.
Les yeux, ces deux petit trous dans un nos corps hermétiques, qui définissent tant de chose de nous-même, ce cosmos culturel, cet infini inaccessible… ce fut un voyage fantastique pour aller à la conquête de l’univers, dans le grand trou noir de nos âmes fragiles que la photographie tente de percer sans cesse et qui semble s’arrêter à la surface des choses…
Fragiles, c’est aussi les containers, l’acier, les paquebots qui mouillent dans la baie, les camions qui déferlent et les vagues qui s’abattent sur la ville, le feu qui achève chaque année les maisons de bois sur les hauteurs de la ville, des portions d’histoires qui s’effacent, le temps qui passe encore, c’est une industrie qui gronde, des secousses sismiques tous les trois jours, une menace d’effondrement. C’est aussi des slogans usés qui témoignent de ce qui a eu lieu, des révoltes en cours, c’est du solide qui pourrait bien se volatiliser comme une plume au rappel du vent.
La fragilité, c’est la définition même de la vie. C’est les yeux, les corps, le quartier, les buildings, la dune, les montagnes, la mer, les continents, la terre, le cosmos et tout ce qui suit derrière
Tout est fragile, même l’eau en vient à bout de la roche. Si tu donnes du temps au vent, il va te caresser jusqu’à qu’il ne reste plus rien. Il façonne les arbres et la pierre, les empires, les ambitions vaines des humains. Même l’acier rompt sous le ruissèlement de l’eau, c’est la question du temps.
MJ